Llevaba un saltamontes
y una espiga idéntico disfraz
al campo que tostaban polvo y sol
si acaso dedicándose un cantar
como un saltamontes
canta con monótona igualdad.
El viento que llevaba a la pradera
con cansancios y pesares
sorpresiva soledad
solo ruinas tierras viejas de curtirse al sol
y tardes de campiñas
¿Para quién cantaba yo?.
Yo soy pues el saltamontes
que le canta a la llanura
cuando sopesa de sueño y de calor
cuando mecen con las tardes
los sopores de las tumbas
de otros saltamontes
que hubo antes que yo.
Luego me fui como aquel
que se desangra
como aquel que todo teme
y todo debe al porvenir
casi sigo siendo el mismo si no fuera
porque ayer me hallé un ejemplo
que se empeña en ser feliz.
Una duda tiene el canto en su destino
y una y griega hay en la brecha que elegir
y una cruz hay en la ladera y el silencio
que apretaba entre los dientes
cuando halle mi nombre ahí
cuando dejaré mi tierra
ha de ser siempre un acertijo
cuando habrán de oír que digo la verdad
y el camino que no acaba y me devuelve
a donde mismo ya me estoy desesperando
de intentar.